Trabajo 20 de julio
Análisis
sitio web
El
sitio web propuesto por la Iglesia tiende a ser muy actual y va de la mano con
la innovación tecnología y de cierta forma da una idea de lo que es la iglesia
y el contexto en el que se encuentra. Sin embargo a la hora de vivir la
experiencia y estar en el sector tiende a ser totalmente diferente, ya sea por
el día en el que se fue a ver el contexto o por otro caso totalmente diferente.
Al llegar al lugar es algo totalmente
distinto, la página muestra algo muy lindo por decirlo así, pero el contexto es
más frio y amargo de lo que se muestra, sus alrededores son comercio de muchos artículos
religiosos y la gente de sus alrededores no es tan feliz como se muestra en su página.
La
gente es muy seria y es cerrada, sin embargo una que otra persona es amable y
cumple con las expectativas que genera la página, pero son muy pocas en
contraste con la cantidad que uno espera ver. Realmente el sitio web de la
iglesia crea muchas expectativas e imaginarios acerca de lo que se encontrara
al ir a este lugar sano.
Viendo
esto uno tiene a concluir que el sitio no tiende a ser siempre realista y
mostrar toda la realidad que constituye el contexto de la iglesia, puesto que
muchas imágenes no son espejos reales de lo que se vive en la iglesia del 20 de
julio y sus alrededores. Es diferente el sentimiento que genera ver las imágenes
que están en la página web y el sentimiento que genera estar allí en la iglesia
y a sus afueras.
Una crónica del 20 de julio
Es
jueves, son las 5:10 de la mañana y empieza el día, una nueva jornada. Sobre las
6:10 de la mañana, me encuentro en el portal de transmilenio de la 80 esperando
el servicio H21 para poder transportarme a la universidad ubicada en la 75 con
15. Unos minutos después, tras muchos empujones logre entrar en un articulado
muy lleno y con poco cupo para las personas que se encuentran en otras
estaciones. Durante 30 minutos de constante contacto físico y un pavoroso calor
corporal, logre llegar a mi destino.
Son
las de las 7 de la mañana y mi clase empieza, clase que tomaría tres horas en
terminar. Al finalizar la clase, emprendo camino al 20 de julio, donde mi
destino sería la iglesia del “divino niño”. Tras tomar el articulado en la
estación cercana a mi universidad, note un poco más adelante un gran trancón
que se daría debido a las protestas por el paro nacional realizado ese mismo
día.
Mi
viaje que no tomaría más de una hora, pasaría a tardar cerca de hora y media
por los constantes trancones. Sin embargo no entre en pánico, al contrario
decidí apreciar esas partes desconocidas para mí y disfrutar el largo viaje. Al llegar al final del recorrido y entrar en
el portal del 20 de julio, me sentí totalmente desubicado y perdido, entre en
un contexto totalmente diferente para mí, era un lugar nuevo.
Al
salir del portal, decidí partir al metro cencosud del 20 de julio, sin embargo
observando el entorno, me fije en una punta muy parecida a la de una iglesia, así
que decidí partir para allá. Entre las cuadras y sin saber cómo llegar iba en
camino para aquel lugar que había divisado, un delicioso olor a pan fresco recorría
cada cuadra que atravesaba. El hambre me invadía, pero era preciso que llegara
a aquel lugar para empezar mi trabajo.
Tas recorrer
algunas cuadras, encontré el lugar, una enorme fachada hacía honor a su nombre
y a las viejas iglesias como las imaginamos. Así que decidí entrar y fijarme si
su interior era aun de la vieja guardia o antiguo. Sin embargo me he llevado
una gran sorpresa al fijarme en lo moderno de su interior, su techo, sus columnas,
sus imágenes etc.
Llegue
justo antes de que la misa terminara, disimuladamente una que otra foto he
tomado del recinto, salgo de la iglesia y miro más detenidamente el entorno que
rodea la iglesia, muchas tiendas de artículos religiosos y una que otro puesto
ambulante vendiendo comida. Pero esto no era lo único que resaltaba en este
ambiente, el día era frio y muy oscuro y no solo se notaba en el clima también era
muy notorio en la actitud de la gente, pocas caras amables a la vista y al
contrario muchas caras de disgusto y enojo se veía a simple vista.
Sin embargo
para seguir con el trabajo, decidí adentrarme más por el barrio, una calle llena
de vendedores ambulantes llamaba mi atención, por ende tome aquel camino, no
eran pocos, al contrario eran demasiados los vendedores ambulantes que se
encontraban en una calle muy extensa, sin embargo, este camino me llevaría a
descubrir la plaza de mercado del 20 de julio, un lugar donde se respira otro
aire y la gente es totalmente diferente a la que se encuentra a las afueras de
la iglesia.
Gritos
y mucho ruido acompañan este lugar, mujeres ofreciendo sus productos a un bajo
precio, hombres gritando precios y ofreciendo diferentes alimentos, un ruido
constante de buses acompañan estos sonidos y encima de eso una ligera lluvia
que guarda a sus vendedores en los puestos de cada uno. No es nada diferente al
ambiente con el que me tope adentro de la plaza, mucha gente ofreciendo comida
y un muy larga y gran variedad de productos para ofrecer, un olor peculiar a
sudor y a muchos alimentos del campo me hace pensar que estoy en un lugar donde
el trabajo es duro y donde no se dejan de lado las tradiciones.
Al
intentar preguntarle a algunas personas no muchas preguntas, la reacción era la
esperada, se negaban a colaborar como si alguien los estuviera observando y prohibiéndoles
que se hablara de cómo estaban organizados, unos más sospechoso que otros, unas
muy esquivos a todo tipo de comunicación verbal, sin embargo una señora decide
ayudar y responder las preguntas, es evidente el cambio de ambiente al hablar
con una señora que atiende a las afueras que a una persona que vende artículos religiosos.
Al conseguir
las respuestas, decido volver a la iglesia e informarme más sobre los
vendedores de artículos religiosos, aunque esperaba mejor acogida con las
respuestas, fue muy similar a la plaza, gente esquiva y sin interés alguno por
responder las preguntas, sin embargo, una señora de una cara no muy agradable,
decide aceptar y responder una serie de preguntas, en las cuales es muy
evidente su religiosidad y la devoción a la religión.
Una
misión que al principio parecía casi imposible, estaba por concluir, con un
grupo de compañeros decidimos volver a aquella panadería donde el olor a pan
fresco era muy llamativo y provocativo, satisfechos con la labor realizada,
decidimos volver a el portal, donde ya no me encontraría perdido del todo y de
cierta forma si vuelvo a este lugar, sabré como ubicarme. Tome el primer
articulado que paso y abandone aquel lugar, aquel contexto que no guarda muchas
diferencias con muchos barrios populares de la ciudad, pero que ha dejado en mí
una experiencia muy grata.
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